Vos, que te bañabas tranquilo en Cabo Polonio pensando que el único asesino era el precio del choclo con manteca en la playa…no te pierdas: el Uruguay profundo (literalmente, a unos 250 o 300 metros) nos tenía guardada una sorpresa. No, no es otro boliche temático, ni un hostel hippie y rústico que cobra en dólares. Es peor: tiburones.
Durante la expedición Uruguay Sub200 (de la que ya nos tomaremos un minuto para hablar), el robot submarino registró dos tiburones grises (Hexanchus griseus según los científicos) nadando campantes por el cañón submarino de Cabo Polonio. A eso sumale que en Maldonado también apareció un tiburón lija, porque claro, ya que abrimos la temporada de sorpresas, ¡hagámoslo en grande!
Ahora bien, lo confirmado es que estaban ahí, nadando como si nada, entre corrientes y cangrejos ermitaños. Lo no confirmado: si eran adultos o juveniles, si vinieron de paso o si piensan alquilar en la zona para quedarse toda la temporada. Lo que sí sabemos es que el mito de “acá no hay tiburones, eso es en el Caribe o en las películas” acaba de hundirse más rápido que una lancha con complejo de espumadera.
Los expertos aún no saben si estos encuentros implican poblaciones estables o simples visitas turísticas de las profundidades. Pero no falta quien ya imagine la próxima escena: alguien entrando al agua, con o sin esa tabla de surf de madera vieja, convencido de que lo único que lo puede morder es un alga, o que puede cruzarse con alguna aguaviva…y de repente, chan, aleta en el agua.
Lo interesante es que mientras en otros países los tiburones son símbolos de misterio y respeto, acá ya estamos pensando en memes: “Tiburones en Rocha” pronto será grupo de WhatsApp, sticker y hasta pretexto para no meterse al agua (“No, mirá, yo no me baño porque hay tiburones, no porque el agua está helada”).
La ciencia celebra: nunca antes habíamos tenido registros tan claros de estas especies en nuestras costas. La ironía también celebra: resulta que para encontrar fauna marina desconocida no hacía falta ir a Galápagos, bastaba con mandar un robot a mirar debajo de nuestras narices (o mejor dicho, de nuestras chancletas).
Así que ya sabés: Uruguay no solo tiene mate y murga, también tiene tiburones. Y si te bañás tranquilo, al menos hacelo con la música de Tiburón sonando en tu cabeza, por las dudas.