Otra vez el fin del mundo: Prepárense para el apocalipsis del 2026, porque esta vez sí es en serio…o no, ya no se puede confiar en nada.
¡Atención, queridos sobrevivientes de catástrofes y finales del mundo a medias tintas ! Vayan buscando su mejor bunker (de nuevo), o retomen ese viejo proyecto que empezaron varias veces, porque parece que el mundo va a estallar, colapsar, desaparecer o, mejor dicho, sobrepoblarse hasta morir. Según un especialista de Harvard que desempolvó un estudio de 1960, solo nos quedan dos añitos de existencia. ¿No les suena familiar? Claro, porque esta no es la primera (ni la última) vez que alguien intenta programarnos el apocalipsis como si fuera una serie de Netflix que jamás llega al final.
Hasta el momento, ya he perdido la cuenta de cuántas veces han intentado programarnos para esas catástrofes, pero acá una breve historia de cómo el mundo ya debería estar extinto, según las predicciones de algunos ilustres, pero seguimos aquí vivitos y coleando:
- La gran decepción de 1844: William Miller, un gran entusiasta de los cálculos bíblicos, estaba segurísimo de que el mundo se acababa el 22 de octubre de 1844. Sus seguidores vendieron todo lo que tenían (porque, claro, ¿para qué necesitas bienes en el fin del mundo?). Spoiler: el 23 de octubre fue un día muy incómodo para todos ellos.
- El miedo al Y2K (2000): El reloj marcaba la medianoche, aquellos últimos segundos del 31 de diciembre de 1999 nos mantenía en velo, atentos y esperando al gran apagón y, como no podía ser de otra forma, nada pasó. Pero durante todo 1999, nos bombardearon con que las computadoras harían cortocircuito y el mundo colapsaría cuando los relojes pasaran al año 2000. ¿Qué pasó en realidad? Solo algunas resacas épicas de fin de año.
- El apocalipsis Maya de 2012: Ah, el famoso 21 de diciembre de 2012, cuando los mayas aparentemente predijeron el fin del mundo. Hollywood hizo su parte con películas desastrosas y teorías de destrucción masiva. Cuando el día pasó y seguimos aquí, una vez más, la única destrucción fue la de las teorías de conspiración.
- Los profetas del planeta Nibiru (2017): Este año fue el turno de un planeta ficticio llamado Nibiru que, según unos «expertos», estaba a punto de chocar contra la Tierra y destruirnos a todos. Adivinen qué: ni Nibiru ni su apocalipsis se presentaron a la cita. Tal vez los propios pobladores de Nibiru se vieron tan poco atraídos con la Tierra que optaron por algo más feliz, darse de cabeza contra el primer pedazo de roca flotante en el espacio.
- Chernobyl (1986) y las predicciones nucleares: Si bien el desastre fue real, muchos creyeron que sería el inicio del fin de los tiempos. ¿Resultado? El mundo sigue girando, pero con más atención en lo que hacen en las centrales nucleares (y algún que otro documental de HBO), como las que siempre están a punto de explotar entre Rusia y Ucrania.
- La tercera guerra mundial (siempre está a la vuelta de la esquina): Este clásico apocalíptico se renueva cada tanto. Algunos lo predijeron para el inicio de la Guerra Fría, otros con la crisis de los misiles en Cuba, y no faltaron las apuestas con la invasión a Irak en 2003, o nuevamente con la escalada Rusa en Ucrania, o la eterna Israel con la Franja de Gaza. Aún no ha llegado, pero si viene, tal vez sea la guerra más retrasada de la historia.
Ahora, parece que tenemos una nueva fecha para marcar en el calendario. El 13 de noviembre de 2026, para ser exactos. Esta vez no será culpa del cambio climático ni de los asteroides ni de un virus salido de la sopa de un murciélago, o de una bomba mal tirada en un mal lugar para probarla. Esta vez el apocalipsis lo producirá la sobrepoblación, como un buffet libre del caos donde simplemente no quedarán más sillas para nadie, cuando la música deje de sonar.
Según el físico Heinz von Foerster y su pandilla de genios matemáticos, la humanidad alcanzará un punto crítico de población tan alto que básicamente reventaremos. Los sistemas sociales se colapsarán, la comida no alcanzará, y todos terminaremos peleando por los últimos fideos instantáneos en el supermercado, esas sopas envasadas, deshidratadas, que para quienes ya las probaron y supieron sobrevivir, ya merecen ser considerados inmortales.
Lo más divertido (o trágico, según el nivel de humor negro que tengas en sangre) es que el fin del mundo siempre encuentra una manera de renovarse. Si en los 60 el problema era la sobrepoblación, hoy hablamos de crisis climática, pero mañana seguro será algún algoritmo que nos mate con memes. Cada generación tiene su propio monstruo apocalíptico, pero el resultado es siempre el mismo: el mundo sigue girando mientras seguimos haciendo memes sobre ello.
Así que, ¿qué hacer ante esta nueva fecha de caducidad? Creo, la mejor recomendación es la de siempre: no vender todo lo que tienes como en 1844, no acaparar agua embotellada como en 1999, no gastar en filtros de aire y mascarillas como en el 2020, y tampoco esperar que un planeta fantasma, con una civilización avanzada te venga a salvar en el último minuto, para eso está Nicolás Cage y Hollywood.
Sigamos con nuestras vidas hasta que el próximo anuncio del fin del mundo llegue (porque llegará), y disfrutemos el espectáculo de vivirlo, o mejor dicho….sobrevivirlo.