Hoy es el Día de la Niñez en Uruguay. Ese día en que, en teoría, celebramos la inocencia, la ternura y la alegría de los más pequeños. En la práctica, los progenitores celebramos que seguimos vivos después de otro año haciendo malabares entre juguetes asesinos, peleas y noches complicadas.
Con tres hijos de 3, 5 y 14 años, cada etapa es una trinchera distinta. El de 3 es como un experimento nuclear con patas: chiquito, pero capaz de generar caos inmediato. La de 5 vive en un vaivén entre preguntas filosóficas y demandas dictatoriales. Y la de 14…bueno, es el recordatorio constante de que yo soy un fósil que no entiende nada de la vida.
Los demógrafos, la edad jubilatoria en aumento, los directores del Banco de Previsión Social y el Instituto Nacional de Estadísticas dicen que hay que aumentar la natalidad para bajar la edad laboral. Claro, muy fácil decirlo cuando no sos vos el que termina con un esguince persiguiendo una pelota de plástico. O el que descubre que los muñecos vienen con puntas diseñadas especialmente para lastimar adultos desprevenidos. Mi cuerpo no rejuvenece con la paternidad: directamente se oxida más rápido.
Y como si eso fuera poco, está el rol de árbitro. Día de la Niñez o no, acá los hermanos se pelean igual, y yo termino haciendo de juez, policía y abogado. Un juicio express en el living: “¡Él empezó!”, “¡No, yo no hice nada!”, “¡Me miró feo!”.
Pero claro, esto de ser padre también es ir superando etapas. Hoy los desafíos son no pisar una muñeca o que no me perforen la piel con un juguete puntiagudo. Mañana será discutir con un adolescente que dice saber más de política, de música y hasta de la vida que yo. Y pasado mañana, seguramente, yo seré el que reclame, pero por mis rodillas.
Seamos sinceros: el Día de la Niñez también es, en cierto modo, el Día de los Padres Sobrevivientes. Porque si ellos llegan a la noche contentos con sus regalos, y nosotros llegamos a la noche sin yeso, sin vendas y sin más traumas psicológicos de los que ya traíamos…entonces la misión está cumplida.
Así que sí, feliz Día de la Niñez para ellos. Y feliz día para ustedes, y para mí también, que sigo de pie, aunque sea rengueando y con un par de cicatrices nuevas.