Con o sin Casal…pero con cláusulas

Y un día volvió. No como Gardel, ni como el Mesías, ni siquiera como la promoción del supermercado que nunca vuelve, pero volvió. Paco Casal reapareció en escena como si nada, caminando sobre cláusulas como si fueran agua, y declaró con tono de profeta postmoderno: “Se tiene que acordar con o sin Casal.” Y ahí quedó la frase, flotando en el aire, lista para ser estampada en camisetas, tallada en mármol y repetida en ruedas de mate como si fuera una verdad reveladora. Porque cuando Paco emite palabras, no habla: canoniza.

 

En una reunión, según dicen informantes anónimos, cargada de cordialidad, lenguaje legal y sonrisas, la AUF volvió a sentarse con Tenfield como cuando tuvimos que sentarnos entre todos los que compartíamos la cuenta de Netflix para ver quien se quedaba con la cuenta principal. Porque el fútbol, ese que supimos amar, hace rato que dejó de ser pasión y pasó a ser un combo empaquetado con condiciones, cláusulas, restricciones geográficas y un servicio de streaming que funciona mejor cuando no lo usás.

 

Lo que ocurre con los derechos de televisación en Uruguay ya no es negocio: es religión. Con dogmas, misterios, y santos intocables. Y si de santos hablamos, la cláusula de buena fe es el Espíritu Santo de esta religión: nadie lo vio, nadie sabe bien qué o quién es, pero todos juran que está ahí. Esa “buena fe” tan uruguaya, tan de arreglar todo entre amigos. Porque en este país podés no tener VAR, no tener público visitante, no tener agua caliente en el vestuario…pero buena fe, siempre hay. Sobre todo cuando se trata de firmar algo que nadie leyó.

 

Mientras tanto, el pueblo, ese al que todos apelan en los discursos, se queda como siempre: afuera. Porque el fútbol “es de todos”, claro…siempre y cuando tengas tres servicios de cable, un decodificador, la capacidad de configurar una cuenta con doble autenticación, contraseña, y el poder adquisitivo para pagar la cuenta de la tarjeta todos los meses. Si no, miralo por YouTube en ruso, 12 horas después y con la mitad de la pantalla ocupada por publicidades de casinos turcos, mientras en paralelo se te instalan troyanos, spyware, ransomware y gusanos, que el más pequeño y dañino es del tamaño del tortugo Jorge.

 

 

Y ahí están, reunidos todos, hablando de la transparencia, del crecimiento del fútbol, de las oportunidades históricas. Mientras vos, hincha, estás preguntando si se ve el partido por VTV o si hay que bajarse otra app que solo transmite en tablets del 2012. El fútbol sigue siendo el mismo: dos arcos, una pelota, y veintidós tipos corriendo. Lo que cambió fue todo lo demás. Y aunque digan que hay que acordar “con o sin Casal”, la única certeza es que siempre, pero siempre, se acuerda sin vos.

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