El colapso del abecedario como lo conocemos está a la vuelta de la esquina. La Real Academia Española (RAE) ha decidido hacer un «borrar» pero sin «pegar» y mediante un Decretazo cambiar de un momento a otro la nomenclatura de una letra.
Estamos ante una catástrofe sin precedentes: la RAE ha puesto el dedo en la yaga (o debería decir «yeaga») al cambiar el nombre de nuestra querida «i griega» por «ye». Un movimiento calculado, dicen ellos, para simplificar la vida de los pobres mortales que aún no distinguen una «y» de una «i». Pero claro, esto no es más que el principio de un abecedario al borde del colapso.
¿Qué sigue? ¿La desaparición de otras letras? ¿Un futuro en el que los diccionarios no sabrán si llorar o reír, y nuestras conversaciones serán puro caos?
A modo de facilitar el trabajo a los tan ilustres pensantes de la RAE, acá les dejo otras varias opciones de posibles cambios:
La «H» en el ojo del huracán
Si hay una letra que lleva tiempo de vacaciones en el idioma, esa es la «H». Siempre muda, silenciosa, inútil, pero ahí, con su presencia imponente. Ahora bien, si la «i griega» fue puesta en la guillotina, ¿qué impide que la RAE mire de reojo a la «H» y decida que, por el bien de todos, la eliminen? Imagina el caos: el diccionario tendría que rehacer todo un montón de palabras. «Huevo» sería «uevo», que no suena ni remotamente comestible. «Héroe» pasaría a ser «eroe», lo cual le quitaría toda la épica, y «hablar» simplemente se caería a pedazos.
La «Q» en la cuerda floja
Siguiendo con la purga, ¿qué tan útil es realmente la «Q»? Para cada palabra que la utiliza, ya tenemos una «C» o una «K» esperando en el banco de suplentes, listas para entrar a jugar. ¿»Queso»? No gracias, pasamos a «Keso». ¿»Química»? Ahora será «Kimica», y así de paso le damos un toque más moderno, al estilo de una banda de pop coreano. A este ritmo, no sería de extrañar que los nombres de las letras empiecen a adquirir números o emojis, porque ¿por qué no? ¿Demasiada claridad? ¡Que siga la fiesta!
La «Ñ», nuestra seña de identidad, en riesgo
Ah, la «Ñ», tan española, tan nuestra. Pero si lo pensamos bien, ¿no es un poco elitista? Pocos idiomas la usan, y las teclas en los teclados extranjeros siempre la miran con desconfianza. Si la RAE se siente generosa en su próxima reforma, podría proponer una unificación internacional eliminando la «Ñ» para integrarnos mejor al mundo globalizado. Así, pasaremos de «niños» a «ninos», lo que, además, nos ahorraría los malentendidos cuando escribimos correos desde una computadora extranjera. ¡Viva la globalización!
El dilema de la «X»
La «X» es otro de esos personajes sospechosos. En realidad, ¿la necesitamos? ¿No podría hacer su trabajo la «S» o la «K»? Eliminar la «X» nos ahorraría la confusión de palabras como «examen», que bien podría convertirse en «esamen». Eso sí, se perdería toda la onda misteriosa de la «X» en cosas como el «Proyecto X» o «X-Men». Pero, ¿quién necesita superhéroes cuando podemos tener una gramática más simplificada?
El futuro incierto de la «Z»
Aclaremos que seguimos hablando de letras, no de generaciones, que bastantes problemas tienen ya los nacidos entre 1995 y 2009. La pobre letra «Z», siempre la última de la fila, maltratada en ciertos países de habla hispana, donde se pronuncia igual que la «S». ¿Por qué no fusionarlas de una vez por todas? Total, ¿quién notaría la diferencia entre «zapato» y «sapato»? ¿Acaso no es hora de dejar de fingir que esa letra merece existir por sí sola?
Este decreto de la RAE es solo el principio del caos que se avecina. Si seguimos permitiendo que nos arrebaten letras tan queridas como la «i griega», pronto nuestro abecedario será un campo de batalla, donde solo las más fuertes sobrevivirán. ¿Acaso seremos capaces de comunicarnos sin la mitad de nuestras letras? ¿Seremos testigos de una era en la que las vocales se enfrenten en luchas clandestinas y las consonantes se reduzcan a meras sombras de lo que fueron? Solo el tiempo y la RAE lo dirán.
Así que, ¡aprovechen ahora y usen todas las letras que puedan! Porque, a este ritmo, el próximo diccionario que compres podría ser el último donde aparezcan palabras como «queso», «héroe» o «niño», y si son amantes del juego palabras cruzadas, sepan que van a tener que hacer varias modificaciones manuales, y que hoy más que nunca, defender la existencia de una palabra deja de ser un mero invento, que la busquen en la RAE.