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Profesiones: El Dentista

El dentista, profesión odiada si las hay, y con razón, y ojo, tampoco es cuestión de tirarle todas las culpas a ellos porque parte de ese odio surge de conductas propias porque vamos a ser sinceros, vamos al dentista cuando lo necesitamos, y necesitar ir al dentista significa que no aguantás más el dolor de muela y preferís que te perforen la boca a seguir tomando calmantes, o cuando te sacaste el carné de salud y te lo dieron por 6 meses por una carie.

Y así es como llega el día en que te encontrás tomando asiento en la sala de espera del consultorio del dentistas, adelante tuyo y mirándote se encuentra el dibujo de un diente humanoide que te dice como le gusta que lo cepillen, pegado a el una foto con una gran sonrisa y la recomendación de una pasta dental, y ahí en el medio de la habitación una mesa ratona con un sinnúmero de revistas de chusmeríos, bastante desactualizada, al punto de que en la tapa podés encontrar la primicia del romance de Shakira con Antonio de la Rua, o la caída de Alejandra Pradón desde el séptimo piso (esa me llama la atención) y vuelvo a releer todo el artículo para sorprenderme, nuevamente, que de forma increíble no le pasó nada.

A medio dormir tratando de evadir la realidad al ritmo del piano que suena de fondo, veo salir del consultorio al paciente anterior que cruza conmigo la mirada y que casi de forma compasiva me hace saber que me desea suerte o una desgracia peor que la sufrida por el.

Entrás al consultorio y te das cuenta que a pesar de los años de evolución que tiene la profesión (existen registros desde el antiguo Egipto, pasando por Grecia, la Edad Media hasta la actualidad) cuando entrás te pegás de frente con una bandeja de metal y una serie de herramientas de tortura, ganchos y pinzas de tamaños y formas diversas, que ya te hacen dudar si entraste a un centro de tortura clandestino, si te quieren tomar alguna declaración forzada, o si estás bien ubicado y simplemente es el consultorio del dentista. De todas formas, como otras profesiones, los dentistas tuvieron y mantienen su “boom” con la llegada de los registros fotográficos (no tengo pruebas pero tampoco dudas) porque ¿cuántas pinturas o esculturas han visto que estén mostrando los dientes? ¿qué patología maxilobucal escondía la Gioconda?.

Por suerte lo que si evolucionó es el aspirador de baba, esa hermosa herramienta que te encajan en la boca y que te succiona todo menos la baba, y que cada tanto te sentís en la necesidad de agarrarlo y moverlo un poco para que la baba no te empiece a correr por la pera. Por ahora se puede decir que venimos bien, motivaba mi consulta la carie descubierta en el carné de salud, algo relativamente fácil de solucionar en mis básicos conocimientos, nada que un poco de torno, olor a hueso, y pasta no pudiera solucionar, pero no, me tuvieron que dar anestesia, y ahí sentí que perdía toda la dignidad, y mi indignación y sumisión llegaron a niveles nunca vistos, boca abierta, aspirador sonando, y aún así sintiendo como se me caía la baba, algo que con el tamaño de barba que tengo no era nada agradable de ver, pero ahí estaba el señor odontólogo como si nada y tratando de entablar una conversación conmigo, que apenas podía mover la lengua y los labios por la anestesia, y que además tenía sus manos metidas en la boca, por lo que aquello se convertía en un monólogo de su parte, que se acompañaba de un mínimo movimiento de mi cabeza.

En esa posición no tenia otra que pensar en algo y llegué a la conclusión que no nos cuidamos los dientes como deberíamos, pero no es culpa nuestra, crecimos con el mito del Ratón Pérez, algunos crecieron creyendo en su existencia, y me tomo el atrevimiento de hacer una denuncia pública: el Ratón Pérez es el culpable de que no nos cuidemos los dientes, porque si te pagan cada vez que se te cae uno, lo que tengo en la boca es una caja de ahorro y no está mal andar sin dientes, estamos acostumbrados a escuchar que “billetera mata galán”, pero no será hora de implantar una nueva hipótesis: “sin dientes dinero en el banco” ¿o es muy alejado de la realidad?.

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